Un safari más allá de Yangana

ausa compensadora hasta el final de este mes tan lleno de inolvidables acontecimientos, hasta el 30 de Mayo.

Qué ocurrió en esta fecha?

Nada menos que una maniobra guerrera con el “golpe de mano contra el destacamento de El Deshecho”.

Veamos cómo transcurrió.

Es una noche lóbrega la del 29 de mayo. Hace frío y amenaza lluvia. Todo el personal avisado con anticipación sabe lo que tiene que hacer, qué llevar y el código de silencio en todo lo que se pueda comentar.

A las 11 de la noche, provistos de linternas, al menos yo la llevaba encendida, a poco de estar en el suburbio sur de la población, cayó la lluvia y la tierra humedecida se transformó en lodazal, y yo que alumbraba para ver donde ponía mis pies para no resbalar y caer, a poco se me ordena que apague la única luz que rompía las tinieblas y caray a regañadientes obedecí y refunfuñando, enfundado en el mojado uniforme tuve que allanarme y seguir a tientas por la oscura senda que iban dejando los combatientes, mientras que el pelotón de sanidad que iba a retaguardia con mi enfermero el “lobito” Saltos Piedra y cuatro conscriptos portadores de camillas y mochilas con material quirúrgico y para heridos en combate que era el personal a mi mando íbamos pausadamente atrás, atrás.

No sé cuánto caminamos en aquella noche, hasta que entre las cuatro de la mañana se nos ordenó detenernos y al fin, en plena oscuridad, a buscar donde acomodarse y prestamente, a tientas encontré donde. No sabía por qué no habían utilizado ese pedacito de terreno hasta que me senté en una oquedad llena de agua que me caló los huesos, desde abajo y atrás hasta arriba pero ya no hubo nada que hacer y con mucha filosofía acepté el hecho, esperando no resfriarme mucho.

Aterido, al igual que los demás no había ni cómo encenderse un cigarrillo - en esa época yo fumaba como turco y ladraba por hacerlo, pero ni cómo-.