Un safari más allá de Yangana


 poco parece que los perros de la vecindad nos sintieron y comenzaron a ladrar y a poco también, comenzó todo un vendaval de fuego ya que tableteaban las ametralladoras, el fuego de fusilería el disparo seco de las pistolas Colt de dotación de los oficiales y yo, novelero también como tenía la mía y no lo había hecho nunca hasta ese momento, también disparé la mía por si acaso al aire y me sacudió el brazo y la mano, con la sonrisa de mi personal sanitario que se dio cuenta de mi novatada y digo que se sonreían porque la neblina que se iba retirando en un amanecer ceniciento me permitió apreciarlo y también me reí de buena gana. 


Mientras tanto la guerra estaba llegando a su término, porque el ruido de las armas fue espaciándose y después de un pequeño intervalo cesaron los fuegos. 


Resultado: El “golpe de mano”, fue un éxito, el destacamento del Deshecho fue deshecho por nosotros y su personal hecho prisionero.


Las recriminaciones y los reclamos no se dejaron esperar, para advertir que la vigilancia de los puestos de frontera no debe descuidarse ni por un instante y que el personal debe, de ser posible dormir con su arma a boca de jarro.


Una vez que se realizó la evaluación de la misión hubo un recreo con desayuno para los Oficiales, ya que la tropa había llevado su rancho frío de contingencia, pero de todos modos, todos desayunamos comida caliente para contrarrestar el frío de la pasada noche. 


Luego, el retorno a la base, ya en plena tarde, nos tomó dos horas en el recorrido y llegamos cansados, cansados... muertos de sueño...