Un safari más allá de Yangana

sí, el Domingo 10 de Agosto, aniversario mayor de nuestra Fiesta Patria, recordando la gesta de los patriotas de Quito, en el lejano 1809, cuando desfilamos una vez más por las empedradas y tortuosas calles de Zumba, creo que era el militar más feliz de todo el ejército ecuatoriano. 

Este patriótico recordatorio patrio, se vio empañado más tarde en el día por una serie de manifestaciones organizadas en contra de la actividad proselitista del cura, que no se cansaba, con empeño digno de mejor causa, de hacer campaña política a pesar de todas las prohibiciones legales civiles y religiosas. 

Esta conducta, significó más tarde que se lo destinara por orden de la Autoridad Eclesiástica a un reducto adentrado muy profundo en la selva oriental para que cumpla -por fin- la labor pastoral que no había cumplido hasta ese entonces.

En los días subsiguientes me dediqué con mucho ahínco, a preparar el balance de mi gestión rancheril que lo había desempeñado en julio y hasta gran parte de la primera quincena de agosto y así, el 13 entregué previa liquidación formal y con buen éxito la gestión a Marcelo Larco.