Un safari más allá de Yangana

l viernes 15 y el sábado 16, me mantuve en cama, haciendo ejercicios con mi pie lastimado, tomando los analgésicos, porque en esa época no habían todavía los anti inflamatorios, y por eso con hielo y compresas frías transcurrí esas trágicas  horas esperando en medio de mi frustración, recuperarme a la brevedad, ya que los días de permiso estaban ya corriendo y “ el pobre naranjo nada”-, lo que provocaba la risa de todas las personas que me venían a visitar con muestras de simpatía y amistad. Me había fijado el plazo del lunes próximo para intentar de nuevo reanudar el viaje tan inesperadamente interrumpido.


Con tales pensamientos, el domingo 17, me levanté y comencé a dar pasos y ejercitarme para la marcha que debía realizarla el día lunes, pero prudentemente me dije “espera un poquito cholito".


 El lunes 18 continué preparándome para el viaje, y en mi diario anoto:

“Hoy, hace un año, llegaba aquí a Zumba, luego de poner en juego todo mi valor y aptitudes. Desde entonces, cuántas cosas he visto, he aprendido sobre todo en lo que respecta a la vida. Hoy, última noche que paso aquí. ...Mañana, emprendo el viaje tan desgraciadamente interrumpido...mañana, comenzaré mi viaje hacia el encuentro de mi felicidad y mi amor “...


Estas líneas, escritas hace tanto tiempo, trasuntan mi estado de ánimo y la reflexión necesaria para justificar la ansiedad y desesperación que viví por la frustración y la impotencia para hacer mi destino, pero que los “hados” se confabularon para burlar mis más caros anhelos. Pero en fin, había que enfrentar los hechos y para ello este largo año de sufrimiento templaron mi coraje y mi valor.