Un safari más allá de Yangana

omingo 24 de Agosto.


En cuanto me fue posible, abordé la primera unidad de transporte que viajaría hacia Cuenca, ya que mi Rosita se había adelantado a esperarme en esa hermosa ciudad. 


Mi tobillo ya no me dolía tanto o ya no le hacía caso, pensando que tenía que estar bien para encontrarme con mi adorada esposa.


San Lucas... Saraguro...Oña... desfilaron por las ventanillas del automotor, hasta que entramos en la zona meridional de la provincia del Azuay, cruzamos la llanura de Tarqui y, a las 4 de la tarde arribé a la ciudad de los siete ríos. 

 

Como es natural, nadie me esperaba y comencé a ubicar a Sor Lucila, prima de mi Rosita, que estaba precisamente de maestra en alguna de las escuelas regentadas por las Hijas de la Caridad y por fin me puso en contacto con el hotel Imperial en donde se había alojado mi amada esposa. Volé en un taxi hasta allí, y por fin nos encontramos, entre lágrimas de alegría y felicidad, jurándonos entre besos que nunca más nos volveríamos a separar.


Así lo sentimos y pensamos en esos momentos pletóricos de placer sin pensar en lo que nos depararía el porvenir.


Lunes 25 de Agosto


Muy de madrugada, nos apresuramos a buscar el bus de transporte que nos llevaría a nuestra casa, a nuestra ciudad, a donde estaba nuestro hogar que aún no lo teníamos, pero en donde estábamos seguros, lo fundaríamos para nuestra propia familia.


A las seis de la noche llegábamos a casa de Rosita, en donde nos habían facilitado una habitación que sería nuestro primer “nidito”.


Los parientes cercanos: “Papá Mickey”, doña Zoilita, Rebequita y Alfredo Casares, nos dieron el primer abrazo de bienvenida y luego Cesar Vallejo y Estela su esposa. No se diga la gente menuda que no se cansaron de demostrarme su afecto al “monito”, como me llamaban cariñosamente.


Más tarde llegaron parte de mis familiares que en cuanto supieron de mi arribo, se presentaron, mi Madrecita, Elsa, los Cholos Gonzalo y Ligia. Qué felicidad al estar de nuevo juntos, después de tantos meses de separación y de tanto sinsabor.