ucarón… Nombre famoso en esa época y no lo sé si aún tenga la temible fama que hacía que se piense dos veces antes de cruzarlo. Bárbaro, fue el trajinar por el bendito o, mejor diría el maldito Pucarón. Qué duro tratar de afirmarse sobre esa especie de arenas movedizas, de tierra humedecida y transformada en lodazal. Aprendí allí si, a comer tierra o, por lo menos a saborearla, ya que cuando salpicaba el lodo por la cara, automáticamente las manos se aprestaban a limpiarla y, cuando ya nos dábamos cuenta de ese pequeño error ya era tarde, todo estaba consumado. Con caídas y levantadas -más las primeras que las últimas,- trepamos y trepamos, arrastrándonos casi hasta la cumbre que se transformaba en una travesía corta como para descansar y sacudirse un poco de todo el polvo, digo… de todo el lodo del camino, refrescarse, expeler un uff…. Largo y sostenido. Luego, la bajada, el descenso sobre esta especie de tobogán como para decir “agárrese el que pueda, pero de dónde”… aprendiendo a frenar con la vara con la que asuzábamos a los mulares y que los hundíamos periódicamente cada vez que perdíamos el equilibrio, apoyando contra los bordes de los camellones. Con caídas y levantadas -así se camina por las vías de la vida-. Así aprendí a andar sobre mis propios pies y sobre mis rodillas magulladas y doloridas. Pero, felizmente a toda subida, corresponde una bajada, y llegó el momento de bajar como antes dijimos, y este descenso, promisoriamente lo hacíamos hacia un verde vallecito pintoresco y acogedor… Palanumá. Recuerdos con visos medio pueriles, cuando aún con el paso de los años, me parece saborear la leche recién ordeñada, acompañada por bananos, yuca, una porción de miel de caña, que nos supo a gloria y que nos recomponchó, por así decirlo para continuar el tramo del camino que aún nos esperaba. Este descanso y pausa en el caminar reconforta el alicaído físico ya esmirriado del caminante y permite meditar y evocar espiritualmente hechos y circunstancias íntimas del trashumante, en este caso el de este servidor. Pensaba… ¿Qué harían si me vieran en este calamitoso estado, mis seres queridos, mi esposa, mi familia ?