Un safari más allá de Yangana


a emoción luego dio paso al esfuerzo físico que debimos derrochar para ascender por la larga cuesta de subida hasta las alturas de Pucapamba y de allí hasta el Deshecho, y una vez que arribamos, aprecié desde lo alto, a solo unos kilómetros al sur, en territorio peruano el destacamento de Chimara. Luego, el regreso hacia nuestra base en Zumba, a la que arribamos al anochecer, sumamente cansados, al menos yo, que no hacía más de cuatro días que había llegado, tras centenares de kilómetros de caminata, desde la civilización hasta esos andurriales.

En mi Diario, he anotado: “…me encuentro hecho leña luego de la marcha hacia el Deshecho. El cansancio no me impide percibir el hecho de la gran soledad que me embarga. Amor mío ¿qué estarás haciendo?..  En esta oscura noche me siento muy triste.”

Debo anotar, que a Zumba, yo llegué -lo que se dice “calzón y persona”- ya que en la piara de mulas que quedó en Palanda, y que transportaban la carga pesada, esto es los víveres y vituallas para el personal militar de la Compañía y que demoraba algunos días en la travesía, también venía mi maleta grande con mi ropa, con mis libros y algunas medicinas para mi uso personal.

Este día jueves 22 de agosto de 1957, arribó la piara conducida por expertos arrieros militares y con ella los elementos para todo el mundo, yo entre  ellos.