Un safari más allá de Yangana

ste lugar, ubicado al fondo del macizo de Solaguari, que se eleva al occidente y norte del río, se caracterizaba en ese entonces y parece que desde hace mucho tiempo atrás, porque se habían organizado grupos de lavaderos de oro, ya que en las aguas del Isimanchi, podía verse entre sus aguas y la arena que arrastraba, pequeñísimos granos del amarillo metal, que los lugareños que se ocupaban de este menester a punta de lavacaras y bateas, pasaban jornadas enteras sumergidos en las aguas agachados batiendo de un lado a otro en acompasado vaivén, las herramientas que juzgaban algún día les sacaría de pobreza cuando no, una gran pepita de oro que parece ya alguien en alguna fecha lo había logrado.


En Diciembre 1º del 57, en razón de que el resto de oficiales se encontraba de visita en los destacamentos adelantados del sector, heme aquí, detentando la función nada menos que de COMANDANTE ACCIDENTAL de la guarnición del Ejercito Ecuatoriano en Zumba y así comenzó mi tarea combinada de miembro activo de las Fuerzas Armadas, conciliando mis actividades de médico y de militar, circunstancia que en los meses venideros me iba a significar un compromiso serio que en su momento lo señalaré.


Menos mal que al otro día cuando se reintegraron los elementos activos entregué y dí parte de mi efímera jefatura, a Dios gracias sin ninguna novedad.


El último mes del año, se acostumbra que el personal de oficiales y tropa se asimilen a un calendario de permiso de licencia a cumplirse por las fiestas navideñas y de año nuevo. Así, se estila que la mitad de los elementos salga por una semana en la una festividad -de acuerdo con sus necesidades personales- y la otra mitad en el advenimiento del año entrante.


Por ello y de acuerdo con la costumbre, también yo, por primera vez iba a hacer uso de ese privilegio y escogí las fiestas navideñas, hice la correspondiente solicitud, esperando que no se me negara ya, que era corto el tiempo de mi pertenencia a las FF.AA. al menos así lo temía y no estaba seguro de ser aceptado.


En la fecha 6 de Diciembre, la “Colonia de Quiteños” que se radicaba en la población organizamos una fiesta en homenaje a la fundación de Quito, y así contribuimos -un pequeñísimo grupo de personas civiles y militares- a las festividades de nuestra ciudad capital. Cantamos “El Chulla Quiteño” y otras canciones típicas propias de nuestra ciudad, trasladándonos en las alas de la imaginación a nuestra bella urbe tan amada y tan lejana.