Un safari más allá de Yangana

l lunes 27 de enero, viajamos hacia Cuenca, en donde nos separaríamos una vez más, hasta Dios sabe cuando.


El martes 28, anoto: “Eran las 4 de la madrugada en Cuenca y la fui a dejar en el carro. El despertar de mi dulce y maravilloso sueño, me tiene acongojado y en la obscuridad de la amargura y desesperación yace postrado mi espíritu y mi sangrante corazón. Amor mío, que las bendiciones de Dios te hayan llevado con bien hasta tu casa, que en cuanto a mí ya se sabe lo que me espera”.

 

El miércoles 29 de Enero de 1958, echando mano de mi diario he anotado: “Yangana... estoy nuevamente en tu seno antes de partir mañana con rumbo a Zumba. A Dios Todopoderoso encomiendo mi espíritu y mi cuerpo, todo para salir bien de la empresa. Esposa adorada piensa y ruega por tu monito. Aún me encuentro a tiempo para volar hacia mi hijita, ¿pero y las consecuencias...? ¿El deshonor y el miedo a fallarla ?.. No...¡Seguiré adelante!”


A las 6 de la mañana emprendí la gran aventura. Lodo y más lodo, la lluvia y el camino penoso que ya conocí. Llevando en los labios el nombre adorado y en mi corazón su imagen amada. He batallado conmigo mismo, hasta completar la primera jornada que tocó fin en Crucero, adonde agotado y con el alma transida de dolor y de angustia arribé a las 7 de la noche. Era el día jueves 30 de enero.


Al otro día 31, se reinicia el camino a partir de las 8 de la mañana. Repetición de los aspectos del duro camino, llevando en el cuerpo y en todo el espíritu el cansancio y la amargura, que más que el dolor físico, lo es en mayor grado el dolor espiritual.


Palanumá, a tu vera llegamos a las 5 de la tarde. “Mañana, habré culminado -escribo en el diario- la evolución de mi tragedia más dramática aún, porque soy primer actor y siento que cada paso y cada minuto que transcurren, más y más me alejo y me separo de mi esposa y de mis seres más queridos “.


En 8 horas de duro trajinar por esos caminos de Dios, se cubrió la distancia entre Palanumá y Zumba, adonde, el Sábado 1 de Febrero, arribábamos a las 3 de tarde cansados...extenuados... allí me habían estado esperando por horas, me habían necesitado mucho... Y de qué modo.


Pues, para comenzar, habían unos trabajos de parto, que había que solucionarlos, y sí, después de unas cuantas malas noches, fueron atendidos a Dios gracias con normalidad.