Un safari más allá de Yangana


a noche traía el problema, porque no había luz eléctrica en la población, que se alumbraba con lámparas Petromax, de kerosene o simplemente con velas. Por la noche, en las desiguales calles era posible adivinar el deambular de los pocos transeúntes, por las luces de las linternas que simulaban el volar de luciérnagas en la negritud de la noche. 


Las linternas a pilas eran un artefacto obligado para caminar en horas de la noche, y eran un artículo de primera necesidad según pude colegir, cuando también yo tuve que adquirir una de ellas, que me sirvió muy bien en horas de apuro, como ocurrió cuando la planta eléctrica del municipio,  que era el único que en Zumba disponía de ese servicio tan estratégico, se dañó el día martes y todo el mundo democráticamente en la tierra charapana -se igualó a oscuras- como correspondía a todo un pueblo subdesarrollado.